Mercado inmobiliario 2026: señales claras de un nuevo ciclo expansivo

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Mercado inmobiliario 2026: señales claras de un nuevo ciclo expansivo

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El mercado inmobiliario argentino atraviesa una etapa que marca un antes y un después. Así lo plantea Diego Migliorisi en su reciente artículo de análisis, donde describe con claridad el cambio de clima que comenzó a consolidarse durante 2025 y proyecta un 2026 con fuerte dinamismo y recuperación de valores.

La comparación con años anteriores es inevitable. Según Migliorisi, si se observa el mercado actual en perspectiva, el contraste con el escenario de dos años atrás es contundente. No se trata solo de una mejora coyuntural, sino del cierre de un ciclo de ajuste prolongado y el inicio de una nueva fase, caracterizada por mayor previsibilidad, retorno de la confianza y reactivación sostenida de la demanda.

El regreso de la confianza y del crédito

Uno de los puntos centrales del análisis de Diego Migliorisi es la reaparición del crédito hipotecario como motor del mercado. Una herramienta que durante años estuvo prácticamente ausente volvió a formar parte de las decisiones de compra de las familias argentinas, generando un impacto directo en el volumen de operaciones.

A este fenómeno se suma el regreso del comprador final —el que busca vivienda permanente— y, de manera paralela, el retorno del inversor. Migliorisi destaca que la mejora en la rentabilidad del alquiler, estimada en dos a tres puntos porcentuales anuales, volvió a posicionar al inmueble como una alternativa atractiva frente a otras opciones financieras. El mensaje es claro: en el nuevo escenario, el ladrillo volvió a ser rentable.

Nuevos protagonistas: locales comerciales y logística

El artículo de Migliorisi subraya además un cambio relevante en la composición de la demanda. Durante el primer semestre de 2025, las consultas crecieron de manera exponencial, no solo para vivienda sino también para inversión. En ese contexto, los locales comerciales sorprendieron por su desempeño, superando en muchos casos la rentabilidad de los departamentos.

Después de años de baja actividad, este segmento comenzó a captar el interés de inversores que decidieron diversificar, anticipándose al nuevo ciclo económico. Algo similar ocurrió con la logística. El crecimiento del comercio electrónico impulsó una demanda sostenida de galpones y depósitos bien ubicados, especialmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires. La escasez de espacios de entre 200 y 1.000 metros cuadrados transformó a este tipo de activos en bienes estratégicos.

Un 2026 con reglas claras

De cara a 2026, Diego Migliorisi plantea un escenario donde la estabilidad macroeconómica será determinante. Dólar previsible e inflación controlada aparecen como los dos pilares sobre los que se apoyará la expansión del mercado.

Con este marco, se espera una mayor competencia entre bancos públicos y privados por captar clientes a través de nuevas líneas de crédito hipotecario, con mejores condiciones y plazos más largos. Esto no solo beneficiará a la clase media en el acceso a la primera vivienda, sino que también impulsará la compra de locales comerciales y segundas residencias.

A este contexto se suma el cierre del proceso de blanqueo de capitales. Migliorisi remarca que una parte significativa de esos fondos, que permanecían inmovilizados, encontrará en el mercado inmobiliario un destino natural, reforzando la presión sobre la demanda.

La tierra como activo estratégico

Otro eje del artículo publicado por Diego Migliorisi es el rol que comenzará a jugar la tierra a partir del segundo semestre de 2026. La explicación es directa: el stock de unidades nuevas terminadas, que hoy compite con los proyectos en pozo, se irá agotando. Cuando eso ocurra, la demanda volverá a concentrarse en desarrollos futuros, obligando a las desarrolladoras a salir nuevamente a comprar terrenos.

En ese escenario, los lotes bien ubicados tenderán a revalorizarse y a convertirse en uno de los activos más buscados del mercado.

Precios y estrategia: una mirada realista

Frente a la pregunta inevitable sobre los precios, Migliorisi es claro: la tendencia es alcista, aunque con ritmos distintos según el segmento y el momento. La lógica de oferta y demanda vuelve a imponerse. Más compradores, con una oferta que no crece al mismo ritmo, derivan en una recuperación de valores que ya comenzó a percibirse.

En cuanto a la decisión de vender, el análisis distingue situaciones. No es lo mismo vender para repartir una herencia que hacerlo para reinvertir o para cambiar de vivienda. En este último caso, el consejo es contundente: no conviene esperar. En un mercado en movimiento, vender y comprar en simultáneo suele ser la estrategia más eficiente.

El valor de la paciencia en un mercado activo

Para cerrar, el artículo de Diego Migliorisi deja una advertencia clave: la velocidad de venta no siempre es sinónimo de buen negocio. En un contexto de recuperación, vender demasiado rápido puede implicar resignar valor. La experiencia del mercado demuestra que una estrategia comercial profesional y bien ejecutada puede generar diferencias significativas de precio, incluso entre unidades similares dentro de un mismo edificio.

La conclusión es clara: el 2026 se perfila como un año de alta actividad, con mayor competencia entre compradores y precios en proceso de recomposición. En este escenario, la información, la estrategia y el timing correcto marcarán la diferencia entre una operación más y una operación bien hecha.

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